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Evangelio del día: 12 de marzo de 2025

 Evangelio del día

Hoy, 12 de marzo de 2025

Miércoles de la primera semana de Cuaresma

Lectura del santo evangelio según san Lucas 

Lucas 11, 29-32

Una multitud ansiosa y una respuesta inesperada

Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay

Jesús estaba rodeado de una multitud tan grande que, si hubiera sido un concierto, los organizadores ya estarían vendiendo entradas VIP y pases de backstage. Pero en lugar de selfis y autógrafos, la gente quería otra cosa: ¡una señal!

Jesús, que no era precisamente amigo de los espectáculos, los miró y soltó una frase que los dejó con la boca abierta: “Esta generación está pidiendo milagros a granel, pero la única señal que recibirá es la de Jonás”.

Algunos se quedaron rascándose la cabeza. ¡Jonás! ¡El del pez gigante! Así como Jonás fue una señal para los ninivitas, Jesús lo sería para ellos.

Y por si alguien no había captado el mensaje, agregó otro ejemplo: “La reina del sur -no la de la narcoserie, sino la que fue a escuchar a Salomón- vendrá en el día del juicio y dirá: ‘Yo fui desde la otra punta del mundo para escuchar a Salomón, y ustedes, teniendo a alguien mucho más grande, no le hicieron caso’”.

Y, por si fuera poco, Jesús remató con otra advertencia: “Los ninivitas se convertirán en testigos contra ustedes, porque ellos sí cambiaron cuando Jonás predicó. Y aquí hay alguien más grande que Jonás”.

(¡Palabra del Señor!)

Reflexión: ¡Ponte en marcha en vez de andar pidiendo señales!

Jesús estaba diciendo: “No es cuestión de milagros, es cuestión de corazón. Y si ustedes no cambian ahora, no hay prodigio que los haga reaccionar”.

Nos encanta pedirle señales a Dios, pero la mayoría de las veces lo hacemos porque queremos que nos resuelva la vida. “Señor, si quieres que haga ejercicio, haz que mi balanza marque 10 kilos menos de la nada”. O: “Si debo aguantar ese trabajo que me amarga, haz que por lo menos me suban el sueldo y tenga jefe nuevo”. Y así seguimos, pidiendo milagros cómodos que nos ahorren tomar decisiones o hacer esfuerzos.

Jesús nos dice algo muy claro: No necesitas fuegos artificiales celestiales para cambiar tu vida. Ya tienes suficientes razones y oportunidades para hacerlo.

Piensa en los problemas de nuestra sociedad: en España, el desempleo y la incertidumbre económica tienen a muchos al borde del colapso emocional. En Latinoamérica y el Caribe, la inseguridad, la corrupción y la falta de oportunidades hacen que muchos se pregunten si la vida se reduce a sobrevivir. Y en Estados Unidos, la lucha por equilibrar el sueño americano con la realidad de largas jornadas laborales y pocas horas con la familia está desgastando a muchos hispanos; y, para colmo, se suma la cantidad en aumento de los migrantes detenidos.

Ahora, en medio de todo esto, seguimos esperando “señales” en lugar de actuar. Esperamos que las cosas cambien por arte de magia en vez de tomar decisiones concretas. Queremos que la sociedad mejore, pero nos cuesta salir de nuestras zonas de confort.

Si Jonás logró que los ninivitas cambiaran con un sermón bastante flojo (si lees el libro de Jonás, notarás que su predicación fue más corta que un tuit), ¿cómo es posible que nosotros, con el mensaje de Jesús, sigamos estancados?

Cómo aplicar esto a tu vida

1. Deja de esperar milagros para hacer cambios. No necesitas un ángel que te diga que dejes esa relación tóxica, ni una zarza ardiendo para comenzar a orar con constancia. Sabes lo que tienes que hacer, ¡hazlo!

2. No pongas excusas para no crecer. La reina del sur hizo un largo viaje para escuchar a Salomón. A veces, nos cuesta dar un paso para mejorar nuestra vida espiritual. “Es que no tengo tiempo para rezar”... Pero sí para ver series durante horas. “Es que no me concentro en misa”... Pero sí en los chismes de la oficina. ¡Revisa tus prioridades!

3. Mira la vida con gratitud y compromiso. Muchas veces pedimos que Dios nos resuelva todo cuando ya nos ha dado lo necesario para salir adelante. Si te ha dado inteligencia, talento y oportunidades, ¡ponlos en práctica!

4. Recuerda que el cambio es personal y comunitario. No podemos transformar el mundo sin empezar por nuestro corazón. Y, una vez que cambiamos, inspiramos a los demás. Mira el ejemplo de Davi Kopenawa, el chamán que inspiró el cosmoecologismo por su misión de redimir la Amazonia (sin chaqueta y corbata, pero con mucha sabiduría). En cuanto a los ninivitas: ¡cambiaron porque alguien se atrevió a hablarles!

El Evangelio de hoy nos reta a dejar de esperar espectáculos divinos y comenzar a actuar con fe. No necesitas una nube con forma de ángel para saber que es hora de reconciliarte con un familiar, dejar de lado el rencor, tomar decisiones valientes o confiar en Dios. La señal ya está aquí: Jesús, su mensaje, su amor y su ejemplo.

Así que menos “Señor, dame una señal” y más “Aquí estoy, ¡hágase tu voluntad!”.

Pues Jesús nos pide que seamos protagonistas de nuestra fe y no espectadores pasivos. Deja de esperar que todo se acomode por arte de magia y comienza a actuar con la certeza de que Dios ya está obrando en tu vida. ¡El momento de cambiar es hoy, no mañana!

(¡Amén!)


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