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San Pedro, dame un like

¿Necesito aprobación para ser buen cristiano?

¡Dime la verdad...!

¡Hey! Antes de empezar, dime la verdad: ¿cuántas veces revisaste hoy cuántos likes tenía tu última publicación? ¿Te dio un mini infarto cuando nadie comentó? Puedes hablar sin ruborizarte. Somos muchos en la misma situación. En estos tiempos parece que los "me gusta" nos definen. Pero, ¿y si te digo que los santos no necesitaban likes y aun así fueron virales en su época? Vamos a hablar de eso.

La era del like. Cuando valemos por la cantidad de reacciones

En la sociedad actual, la validación viene en forma de emojis. Si tu foto no llega a 100 corazones, parece que fallaste. Si tu historia no tiene reacciones, ¡qué dramático! Pero, ¿realmente necesitamos aprobación digital para ser valiosos?

Jesús tenía cero seguidores en Instagram (que, obviamente, estaba lejos de existir en su tiempo), pero multitudes lo buscaban. No subió selfis de sus milagros, pero su mensaje cambió el mundo. ¡Y ni hablar de los santos! San Francisco de Asís dejó su "vida de influencer" (o sea, riqueza y estatus) para seguir a Cristo sin preocuparse por las opiniones.

La trampa de la aprobación. Cuanto más buscas, más te falta

Las redes sociales están diseñadas para engancharnos. Entre más likes recibimos, más queremos. Sin embargo, en la Biblia, San Pablo nos hace la pregunta clave: "¿Busco el favor de los hombres o el de Dios?" (Gálatas 1,10).

Muchos santos fueron impopulares en su tiempo. Santa Juana de Arco fue considerada una loca. San José de Cupertino flotaba literalmente en misa y lo veían raro (¿quién no?). Pero esos santos no vivían para la opinión de los demás, vivían para Dios.

Ser "luz del mundo" no significa brillar con filtros

Jesús dijo: "Ustedes son la luz del mundo" (Mateo 5,14). Pero esa luz no viene de los anillos de TikTok, sino de una vida coherente. El problema no es estar en redes, sino vivir dependiendo de ellas.

Por ejemplo, San Felipe Neri usaba el humor para evangelizar. Si viviera hoy, tal vez tendría un canal de YouTube con bromas santas. No obstante, más que la fama, su meta sería llevar almas a Dios.

¡Evangelizar sin miedo al "unfollow"!

Hoy muchos cristianos tienen miedo de compartir su fe en redes porque "quedarán mal". Pero ¿acaso Jesús tuvo miedo de quedar mal cuando volcó las mesas en el templo? No.

San Maximiliano Kolbe aprovechó los medios de su época para evangelizar. Si tuviera un Instagram hoy, sería un católico sin miedo a la "cancel culture". Nuestro llamado, más que agradar a todos, es ser testigos del amor de Dios, aunque eso nos cueste algunos "unfollows".

El like que importa de verdad

Solamente importa un "me gusta": el de Dios. Cuando lleguemos al cielo no nos pedirá cuántos seguidores tuvimos; nos preguntará si amamos de verdad.

Entonces, ¿necesitamos la aprobación de los demás para ser buenos cristianos? No. Lo que necesitamos es vivir con autenticidad, sin miedo al "visto", sabiendo que el mayor influencer del universo ya nos está siguiendo de cerca.

¡Dale like a la fe y comparte este mensaje! (Pero si no lo haces, igual te quiero.)


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