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🧪✨ Ciencia y religión: ¿aceite y agua o café con leche? ✨🙏

¿Ciencia vs. religión? ¡Cuidado, que no es lucha libre!

La ciencia y la religión no son dos boxeadores listos para tirarse al cuadrilátero. No siempre pelean. A veces, incluso se dan la mano (¡aunque sea con guantes puestos!).

La ciencia se basa en pruebas, experimentos y en derribar teorías como fichas de dominó. Si una teoría científica sobrevive a varios intentos de ser refutada, se le da una medalla y se le deja seguir viviendo… hasta que llegue otra mejor.

La religión, por otro lado, es más del tipo inspiracional: se basa en la experiencia personal, en la fe, en el encuentro con lo divino. Pero, ojo, eso no la hace menos válida. Solo es otro lenguaje. Como si uno hablara matemáticas y el otro poesía. Y si alguna vez has intentado leer un manual de física cuántica... sabrás que ambos pueden ser igual de misteriosos 😅.


¿Y si Dios es como un electrón?

No lo vemos directamente. No podemos tocarlo, ni ponerlo en un frasco (aunque sería genial venderlo en frasquitos con fe concentrada). Pero deducimos que está por lo que hace. ¡Exactamente como pasa con los electrones, los quarks o los agujeros negros!

“Pues por sus frutos los conoceréis.” – Mateo 7, 16

Dios actúa en el corazón humano, en la historia, en las sociedades… Sus “efectos secundarios” son amor, perdón, justicia, esperanza. Ninguno de esos se puede meter en una probeta, pero se sienten. Vaya si se sienten.


¿Dónde vive Dios? (Y no, no es en el cielo como pensabas)

Muchos dirán: “Dios vive en la mente de los creyentes”. Y en parte es cierto. Pero eso no lo hace menos real. El amor también vive en la mente. Y la tristeza. Y los memes. Y nadie dice que los memes no existan, ¿verdad?

El punto es que lo que existe en nuestra mente es real… solo que de otro modo. No se trata de negar la existencia de Dios porque no se puede medir con una regla. Se trata de entender que su “mundo” es otro. Y como dijo San Agustín:

“Si lo comprendes, no es Dios.”


Una breve historia: Newton, ciencia y Biblia en la misma mesa

Sir Isaac Newton, uno de los científicos más famosos de todos los tiempos, no solo nos dejó leyes físicas. También escribió más sobre teología que sobre ciencia. ¡Ajá! El tipo que calculaba cómo cae una manzana también leía la Biblia con devoción. Según él, descubrir las leyes del universo era una forma de leer la mente de Dios. ¡Eso sí que es multitasking!

Y no está solo. Muchos científicos cristianos (como Georges Lemaître, el sacerdote que propuso el Big Bang) han visto la ciencia como una forma de admirar la creación.


¿Se puede demostrar científicamente a Dios?

Aquí viene la parte incómoda para quienes quieren todo con fórmula y ecuación: no se puede hacer un experimento que pruebe (ni refute) que Dios existe fuera de nuestras mentes. ¿Por qué? Porque Dios no es un objeto más en el universo, sino el origen mismo del universo. Sería como tratar de pesar una balanza con ella misma. No funciona.

Pero eso no significa que Dios sea falso. Solo significa que no entra en la misma categoría que los átomos. Es como comparar una receta de cocina con el sabor de una abuela. No se mide. Se vive.


¿Diseño inteligente o universo con suerte?

Algunos dicen: “El universo es tan complejo que alguien tuvo que haberlo diseñado”. Otros responden: “La evolución y el Big Bang explican todo sin necesidad de Dios”. Ambos tienen puntos interesantes, pero ninguno puede probar ni refutar a Dios desde la ciencia. Porque Él no está en la creación como una pieza más: es quien la sostiene desde fuera.

“Los cielos proclaman la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos.” – Salmo 19, 2


¿Fe y conocimiento no se mezclan? Tal vez no... ¿pero sí pueden bailar?

La fe no es conocimiento científico. No tiene por qué serlo. Es confianza. Es mirar el mundo y decir: “Sé que hay algo más grande que yo”. Y eso cambia todo.

La ciencia te dice cómo es el mundo. La fe te ayuda a preguntarte por qué. Son preguntas diferentes, con respuestas complementarias.

Y aunque una hable en fórmulas y la otra en parábolas… ambas intentan entender este misterio que llamamos vida.


En resumen: Dios no está en el microscopio, pero sí en los detalles

Puede que no se pueda demostrar a Dios con experimentos… pero se le puede experimentar. Y aunque no se vea con los ojos, se le puede ver con el corazón.

“Dichosos los que no han visto y han creído.” – Juan 20, 29


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